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El laberinto de la validación: Un sueño surrealista.

El sueño

Hace un tiempo atrás, una noche tuve un sueño que resonó profundamente en mi y al despertarme en la mañana lo tenía tan nítido como una película. Decidí grabarlo, como suelo hacer con algunos sueños, una práctica que tomé de mi analista y que se ha convertido en una herramienta fascinante para el autodescubrimiento. Volviendo al sueño, este inició cuando me vi entrando a un lugar cuyo cartel de entrada decía algo como “El Elogio”, un sitio del cual había escapado. Sin embargo, regresé. El lugar era un caos apocalíptico: animales gigantes, personas corriendo y un ambiente de fin del mundo. Al mirar al cielo, vi un agujero negro del que salían manos, pájaros . Era como una pintura surrealista de Dalí, incoherente a simple vista, pero también atractiva.

La búsqueda de validación

¿Por qué regresé a este lugar del que quería huir? Quizás la búsqueda del “elogio” y la validación de los demás es el verdadero laberinto del que intentaba escapar. Este lugar caótico quizás representa la presión de cumplir con las expectativas ajenas y las propias, como así también el caos que me lleva el proceso creativo? A menudo me enfrento a este dilema en mi arte: ¿como me siento exponiendome al compartir mi trabajo? La necesidad de aprobación puede ser abrumadora.

Sin embargo, he aprendido que al dejar de lado esa necesidad, puedo simplemente crear. He decidido observar tanto los elogios como las críticas como si fueran nubes pasajeras en el cielo. Al fin y al cabo, ambas son subjetivas y transitorias, y no deberían limitarme.

El arte como libertad

Con el tiempo, el arte se ha convertido en mi refugio, un espacio donde puedo ser completamente libre. No se trata de agradar o de impresionar, sino de expresarme de manera auténtica. La verdadera satisfacción viene del simple acto de crear: abrir mis pinturas, ver cómo los colores se mezclan en el lienzo, tomar mi cámara y perderme en las calles, entre la gente, congelando esos instantes imperceptibles que no volverán.

Al abrazar este proceso, descubro una alegría que trasciende la validación externa y propia. Lo que importa es la conexión con mi esencia más pura, y eso, para mí, es la verdadera libertad.

La mirada ajena

La mirada ajena puede ser enriquecedora. Cada persona que observa una obra trae consigo su propia perspectiva, sus emociones. Esta diversidad es lo que hace que el arte sea tan poderoso. Se convierte en un diálogo silencioso entre mi visión y la del espectador, y juntos, creamos una experiencia compartida que nos conecta más allá de las palabras.

Reflexiones finales

Este sueño me recordó que el verdadero valor no está en el elogio ni en la crítica, sino en la autenticidad con la que vivimos y creamos. El caos de “El Elogio” es solo una metáfora de lo que ocurre cuando dejamos que las expectativas de los demás (y las propias) nos influya en nuestro proceso. Al soltar ese peso, abrazamos nuestra esencia y descubrimos la verdadera libertad creativa.

Y vos, ¿cómo manejas la búsqueda de validación en tu vida? ¿Qué papel juega el arte en tu propio proceso de autodescubrimiento?