Hola, ¿cómo estás?
Hoy quiero compartirte dos prácticas simples que me ayudan cada vez que siento que me desconecto un poco.
No son fórmulas mágicas. Son rituales personales. Pequeños gestos que, si los sostenemos, nos transforman.
En mi caso, cada vez que vuelvo a sentirme perdida o dispersa, hago esto:
escribo y camino.
Y dejo que algo nuevo aparezca.
Una de esas prácticas surgió de un libro que quizás conozcas: El camino del artista, de Julia Cameron.
Ella propone lo que llama las páginas matutinas: escribir tres páginas a mano, apenas te despertás.
Sin juzgar, sin editar. Lo que sea que esté en tu mente.
“Escribir para vaciar la mente y hacer espacio a la intuición.”
Pero también descubrí que escribir en otros momentos del día puede ser igual de potente.
Por eso hace un par de años que empecé a llevar una libreta conmigo.
No para documentar todo, sino para anotar eso que me conmueve, una imagen, una pregunta, algo que no quiero olvidar.

📸 ¿Qué tiene que ver todo esto con la fotografía?
Muchísimo.
Porque cuando escribís sin filtro, también aprendés a mirar sin filtro.
Después de escribir, salís al mundo más liviana, más abierta.
Y entonces ves distinto:
-
una sombra que antes pasaba desapercibida,
-
una luz que atraviesa una calle común,
-
una escena que te detiene sin saber por qué.
No es la cámara la que decide qué mirar,
sino esa parte tuya que volvió a estar disponible.
✍🏽 Dos prácticas para este finde
1. Páginas matutinas (inspiradas en El camino del artista)
Apenas te despiertes, escribí durante 10-15 minutos sin detenerte.
No importa si tiene sentido o no. Es tu espacio privado.
2. Libreta + uno
Durante el día, llevá una libreta o un papel doblado en el bolsillo.
Anotá algo que te llame, una imagen, una frase suelta, algo que te hizo sentir.
Eso que anotás, a veces, se convierte en imagen. O en proyecto que cobra sentido más adelante.
Una invitación final
Después, si te dan ganas, reflexioná:
¿Cambió algo en tu forma de mirar?
¿Te sorprendió algo de lo que escribiste o fotografiaste?
A mí me sigue sorprendiendo lo que aparece cuando bajo el ruido y empiezo a escuchar.
A veces, de lo más simple, surge una nueva forma de ver el mundo.
Porque mirar distinto también es vivir distinto.
Con cariño,
Euge.