El arte de dar: una reflexión sobre comunidad y conexión.

Arte, comunidad y el impacto del voluntariado

 

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo solo por el bien de una persona que no conoces? Algo que no tenía ningún beneficio directo para vos, pero podría sumar a una causa noble. En este mundo que a veces se siente tan despersonalizado, el arte es mi refugio. Me conecta con mi esencia, me recuerda quién soy y me invita a mirar más allá de mi propio mundo. Y a veces, salir de nuestro mundo es la forma más poderosa de expandirlo.

El martes visité un hogar de niños en Villa Ballester, Provincia de Buenos Aires, para tomar unas fotos. Nunca había estado en un lugar similar. Fui porque me invitó el director, a quién conozco de hace unos años, por otro voluntariado en un instituto de Project Management. Dejó el mundo corporativo y hoy está allí, comprometido con una causa que claramente resuena con su esencia. No me sorprendió porque es una persona que estuvo siempre comprometida con causas similares. Creo que cuando seguimos las señales que la vida nos da con fe y confianza, nos acercamos a nuestra verdadera identidad.

Ser parte de algo más grande

Incorporar algunas horas al mes en tareas voluntarias tiene un valor inmenso. A veces no somos conscientes del impacto que puede tener. No se trata solo de hacer algo por los demás (aunque llene el corazón de una felicidad inmensa), sino de volver a la esencia de la comunidad, de recordar que somos parte de un todo. Nos aleja del ego y nos conecta con lo más humano que tenemos.

Cuando llegué al hogar, me impactó el cuidado en cada detalle: los pisos brillantes, la calidez de la cocina (donde podría leer un libro horas sentada en el suelo de la paz que me generaba), el árbol del patio que daba sombra como una ilustración sacada de un cuento. Las sábanas de colores vibrantes secándose al sol, los niños jugando al fútbol, otros dibujando en la galería, algunos curiosos preguntandome qué hacía allí. Y también los más tímidos, observando en silencio. No pensé en sus historias, porque algunas pueden ser demasiado duras de procesar. Solo sentí que el amor es la única fuerza capaz de transformar realidades.

Volver a las bases

Desde que tomé la decisión de seguir mi búsqueda interna, de atravesar miedos y estructuras, cada vez me acerco más a mi esencia. Y esa esencia me lleva a lugares donde el "yo" se disuelve en el "nosotros". Al fin y al cabo, todos somos parte de lo mismo, llámese Dios, Universo o como cada uno lo sienta.

El arte, y en especial la fotografía, es lo que me acerca a ese todo. Me hace querer dejar atrás la tecnología, el mundo digital que tanto me rodeó en mi carrera como ingeniera, y volver a lo analógico, a lo simple, a lo minimalista. Volver a lo que siempre fue mi base: pintar, fotografiar, narrar historias en mi mente. Volver al origen.

Ser voluntario es más que ayudar

Las tareas voluntarias pueden tomar cualquier forma: cocinar, pintar, fotografiar, escribir, cantar, hacer deporte, contar cuentos. Todo aquello que nos apasiona puede transformarse en una forma de dar. Pero también es importante cambiar la perspectiva sobre qué significa donar. No es solo "hacer una obra de bien"; es involucrarse, conocer la situación antes de actuar, ser responsable con el impacto que cada palabra, gesto o acción puede generar.

Esta fue una experiencia que jamás olvidaré. Y en la medida que la vida me lo permita, seguiré haciéndolo.

¿Te animás?

Si alguna vez pensaste en hacer voluntariado pero no supiste por dónde empezar, te invito a reflexionar: ¿qué actividad te hace sentir más conectado con el mundo? Tal vez ahí esté la clave. Me encantaría leer tus pensamientos, así que si querés, respondé este mail o compartí esta newsletter con alguien que creas que le pueda inspirar.

Cariños,

Eugenia.

 

Hogar de Niños Maria Luisa

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